Un velorio, un momento sagrado de despedida, se convierte en escenario de desconcierto y desesperación cuando un contingente policial interrumpe el lúgubre silencio para confiscar el féretro, con el difunto aún dentro, y trasladarlo al Servicio Médico Forense.
En un remoto rincón del distrito de San Pedro de Lloc, en la región de La Libertad, a unos 550 kilómetros al norte de la bulliciosa Lima, una vivienda se ve sacudida por la repentina incursión de la ley. Allí, familiares y amigos lloran la pérdida de Milton Darío Vásquez, cuya muerte se envuelve en un manto de sospecha, desencadenando la intervención policial.
Mientras los lamentos por la partida de Darío Vásquez se entrelazan con los gritos de súplica, los agentes policiales se abren paso entre la multitud consternada. La familia, desgarrada, ruega por un último adiós al joven minero de 33 años.
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